1249 - Doma
No sé si el cuerpo el corazón destroza,
o el alma rige al cuerpo y le avasalla;
mientras la piel en rebeldía estalla,
en quietud el espíritu se emboza.
Y cuando el alma su programa esboza,
la carne, inerme, se resigna y calla;
qué absurda insensatez esta batalla
en que uno gime y otro se alboroza.
Este actúa de impulso, aquél de frenos,
tan armónicos ambos, tan ajenos,
tan dependientes, tan independientes…
Yo he logrado domar a esos leones,
y hoy mis ideas y mis sensaciones,
caminan de la mano, transigentes.
Los Angeles, 11 de marzo de 2005