1286 - La paz que un día tuve
No la perdí, me la has arrebatado,
la paz que un día tuve es guerra interna;
aunque jamás la concibiera eterna,
no fue su aciago fin anticipado.
Hoy me siento rendido y hostigado
como el oso en asedio en su caverna,
mermado estoy, como a quien una pierna
o un brazo le haya sido cercenado.
Desmontado el andamio de mi calma,
me has arrancado la mitad del alma,
y ahora la otra mitad se desnivela.
Íntegro estuve en brazos del sosiego,
pero hoy el corazón, a sangre y fuego,
resuelto gladiador, se me rebela.
Cantabria, 23 de mayo de 2005