1332 - Y de repente
Cuando te amé supe batir las alas,
elevarme a otros mundos, a otra altura,
ser libro para ti, cuya lectura
entre necesidades intercalas.
Cuando el libro durmió en las antesalas
de clínicas anónimas, qué dura
se hizo la realidad, qué rasgadura
sufrió el ajuar de mis mejores galas.
Ya no pude volar de las heridas,
al costado mis alas adheridas,
de mi pecho la sangre a borbotones.
Y de repente un día, cada pluma
sintió la ligereza de la espuma,
y volé por terrados y balcones.
Los Angeles, 15 de agosto de 2005