1338 - Gritos
Llevo el silencio a cuestas, y mis gritos
se me van por las puntas de los dedos,
indómitos, fatídicos torpedos
hacia un blanco espectral, cantos malditos.
Ignoro a dónde van; los llevo adscritos
a mi propio tinglado, a mis enredos,
son parte de mis gozos, de mis miedos,
y de mi fe también, y de mis mitos.
Mas no sé a quién lanzarlos, no hay oído
que no esté ya inundado por el ruido
de tanta voz insustancial y vana.
Y golpean mis dedos el teclado
con la esperanza de que al otro lado
tal vez un alma escuchará mañana.
Los Angeles, 28 de agosto de 2005