1345 - Amar, morir
Es el amor hermano de la muerte,
aunque se nos antoje de la vida;
ambos son el final de una avenida
que tanto enfila el débil como el fuerte.
Ensueña el alma. Cuando se despierte,
aunque nunca tal vez quedó dormida,
dentro del pecho sangrará la herida
que agonizando su esperanza vierte.
En el principio fue el aldabonazo,
después la invitación, luego el portazo:
la semilla, la espiga, la guadaña.
Nacer para morir, triste y vencido,
amar para la espina y el olvido,
sin saber quién al fin nos acompaña.
Los Angeles, 19 de septiembre de 2005