1433 - La puerta
Se me ha quedado el alma vacilante
al borde del penúltimo deseo,
tímida voz en frágil balbuceo,
péndulo entre dos flancos oscilante.
Y no lo has percibido, breve instante
en que entraron mis ojos a saqueo
en los tuyos, en que un revoloteo
de mariposas te cercó el semblante.
O sí lo percibiste, y tu respuesta
no fue lo suficiente manifiesta
para saltarme la última estacada.
¿Cuánto habré de esperar? ¿En qué momento
conocerá mi propio atrevimiento
que tu puerta no se halla precintada?
Los Angeles, 19 de marzo de 2006