1436 - Confidencias
Me confesó el secreto y la delicia
de cada seducción, cada aventura,
al aire libre o en la noche oscura,
con un brillo en sus ojos de malicia.
Respondía su mano a mi caricia,
amalgamando extática dulzura
a cada refinada travesura,
viendo yo más notoria mi impericia.
Hablaba, hablaba de cada experiencia
con la sensualidad y la inocencia
de quien practica acciones naturales.
Y naturales eran. Prontamente
le sometí mi corazón, mi mente,
y todos mis instintos animales.
Los Angeles, 24 de marzo de 2006