1613 - Nereida
Se desplomó en mis ojos; no sabía
de qué estrella cayó, qué alondra oscura,
en fuga de su nido en la espesura,
la recogió en sus alas aquel día.
Pero llegó a mi lado. No se oía
ni el canto del zorzal, ni la premura
del río entre las rocas, ni la pura
celebración del agua en la bahía.
Era todo quietud, como si el mundo
frenara su corcel por un segundo,
para que el vínculo se estableciera.
Y quedose albergada en mis retinas,
nereida en nuevas zonas submarinas,
señora de su entorno y prisionera.
Los Angeles, 6 de enero de 2007