1619 - Una ventana
Oigo el rudo silbido de la muerte,
como si el largo tren en que viajo
se acercara a su término; relajo
la tensión de los músculos; mi suerte
también ha sido echada; me hago fuerte,
frente a este Rubicón en que aventajo
la osadía de César: No barajo
sino una opción, que sobre mí se vierte.
Siempre hay una estación, siempre se llega,
sea o no tiempo de vendimia o siega,
con el sabor del fruto prematuro.
No para mí. No he de llamarla hermana
como el hombre de Asís, sólo ventana
abierta hacia otro tipo de futuro.
Los Angeles, 20 de enero de 2007