1634 - Mítico balcón
En la más pura noche hubo una estrella
que no parpadeó, y unas orillas
de mar en que olas, vírgenes de quillas,
entregaban su espuma a cada huella.
Y hubo un viento olvidando su querella
con álamo y nogal, y unas semillas
forzándose a brotar…, y unas rodillas
desconocidas ya de la doncella.
Todo, lejano y próximo, asomado
a mítico balcón sobre el trenzado
de miembros, y la brega, y el jadeo.
Estabas tú, y estaba yo, y había
la más íntima y amplia compañía,
y al fin un prolongado ronroneo.
Los Angeles, 3 de febrero de 2007