1638 - A tu manera
Tan largos son tus dedos, y afilados,
que me penetran hasta el sumergido
centro del sentimiento y del sentido,
y me roturan, lúbricos arados.
Qué luengos surcos, por tu amor trazados,
donde el grano revienta en estallido
de doradas espigas. Me han vencido,
labradora del alma, tus cuidados.
Horádame hasta el núcleo, desbarata
cada espejo interior que no retrata
tu propia imagen cuando en él te miras.
Sea todo de ti, que a tu manera
viva si vives, y si mueres, muera,
por ser mío el mismo aire que respiras.
Los Angeles, 14 de febrero de 2007