1716 - Laberinto
Tantas puertas en ti para mi entrada,
y una, cerrada, para mi salida.
¿A qué fin pronunciarse en despedida
si me he multiplicado en la llegada?
Laberinto eres ya sin escapada,
por el que merodeo, sumergida
la mente sólo en ti. ¿Por qué la vida
busca el hilo de Ariadna, si enclaustrada?
A ti he venido en convicción de amante
domiciliado, no de visitante
que llega, besa y huye presuroso.
Abandoné el costal de mis recuerdos,
a falta de leones, a los cerdos,
y, limpia el alma, busco en ti reposo.
Los Angeles, 23 de junio de 2007