1738 - Perenne amor
Quiero ser inmortal; no se me muera
una mañana gris la fe en mí mismo,
ni me seduzca el cáliz del cinismo,
aunque un pequeño sorbo agradeciera.
Quizá la muerte agrieta la frontera
de la inmortalidad. Tal dualismo,
morir para vivir tras el abismo
de la sombra, no es todo, aunque libera.
¿Por qué aguardar al último suspiro?
Aunque el amor utópico a que aspiro
sea fugaz, prométemelo eterno.
Hazme tu Olimpo aquí, si transitorio;
y verás que en tan breve territorio,
por la ley de los dioses me gobierno.
Los Angeles, 14 de agosto de 2007