1754 - Allí estoy
En la angustia que el pecho te atenaza
como puño metálico, opresivo;
en el cansancio de un pasado aún vivo
que se niega a morir, y te amenaza;
en cada idea que el temor disfraza,
amparándote en gesto defensivo;
en cada desconsuelo sin motivo
que el vigor de tu espíritu adelgaza.
En cuanto temes, te acongoja, evitas,
con razón o sin ella, en las visitas
que a tus sueños se adentran inquietantes;
en tus horas más débiles o aciagas,
allí estoy, como bálsamo en tus llagas,
nunca mis manos para ti distantes.
Los Angeles, 27 de septiembre de 2007