1805 - Somnolencia
Exhaustos ya los ojos de fatiga,
enmarañan ensayos de mirada;
ciega la noche en ti, desangelada,
te apremia y, desbordándose, te hostiga.
Ambos rivalizamos en la intriga
de dominar tu mente en retirada;
yo la llamo a tus ojos, y la almohada
a descender los párpados te obliga.
Sigues mirando, pero ya sin verme;
ausente el alma, el cuerpo casi duerme;
estás, pero no estás, y yo te observo.
Y al fin queda tu espíritu apagado,
pero mi pensamiento enamorado
galopa por tu sueño, como un ciervo.
Los Angeles, 15 de enero de 2008