1809 - Negritud
Hijo soy de la luz, mas me gobierna
el alma de la noche turbadora;
proyectaba una sombra, pero ahora
la sombra no me sigue, se ha hecho interna,
y me puebla, me agobia, me consterna;
ya no tiene silueta, descolora
cuanto llega a tocar, y me devora,
buitre de Prometeo en hambre eterna.
Han perdido mis ojos el paisaje,
como si, sepulcral, el oleaje
de negro mar me hubiera sumergido;
como si el único rumor que advierto
fuera ese golpe de campana, incierto,
que me amortaja en fúnebre tañido.
Los Angeles, 16 de enero de 2008