1813 - Presentimiento
Y volverás a amar, como si fuera
tu primero, quizá tu único amor,
ya en astillas a nuestro alrededor
el recio roble en que tu fe creyera.
Caerán unos tras otros en la hoguera
sus fragmentos, y al tenue resplandor
de la llama final, tendré el sabor
amargo de que tu alma se libera.
Tu voz me habló en sonidos y colores
de atardeceres y de ruiseñores,
mas el pie de la noche me pisaba.
No desperté, por nunca haber dormido;
si el perro de la vida me ha mordido,
no me consuela que lo anticipaba.
Los Angeles, 19 de enero de 2008