1858 - Olvido
El olvido es hermano de la muerte,
si olvido, mato, si me olvidan, muero;
es verdugo, también sepulturero,
y en tal miseria a todos nos convierte.
Es en el mártir en quien más se advierte
la noción de morir; fiel viajero
abandonado al borde del sendero,
que intenta, sin lograrlo, hacerse fuerte.
No tiene vuelta atrás. Hacia delante,
bloqueada la ruta, es caminante
sin fe, sin esperanza, sin destino.
Es decir, está muerto. Quien olvida,
mata conscientemente, y en su vida
la marca llevará del asesino.
Los Angeles, 27 de marzo de 2008