1933 - Y vivió una vez más
Rosa de intimidad cuando ofrecida,
rosa de maldición cuando arrancada,
brutalidad que alzó crucificada
marchita juventud restablecida.
Se había despertado a la venida
de la brisa que entreabre la alborada,
luz, ritmo y lealtad, no había espada
rompiendo en amenazas o en herida.
Y vivió una vez más, quebrando el sueño
de su muerte anterior, en el empeño
de una resurrección irrevocable.
Pero no llegó a ser. Sobre su pecho
cayó la espada, ensangrentando el lecho,
y de nuevo murió, tan vulnerable.
Los Angeles, 2 de agosto de 2008