1934 - Tus manos
Bálsamos traen tus manos, y fragancias,
y el deseo de ungirme los flechazos
que la vida me inflige; tus abrazos,
en taumatúrgicas exhuberancias,
cierran heridas, podan discordancias,
amortiguan frenéticos portazos,
y exactos recomponen los pedazos
que me arrancaran fieras circunstancias.
Ya no me duele el alma, ya es ligera
la carga que dejó una primavera
sobre mis hombros al morirse un día.
Tus manos, en milagro diligente,
van devolviéndome al adolescente
que se perdiera en otra compañía.
Los Angeles, 2 de agosto de 2008