1938 - Sin sombra
Nunca se hizo mi sombra, compañera
en pequeñez y excelsitud. Decía
frases de eternidad, que en mi tardía
ensoñación sonaban a quimera.
Pero emitían vahos de sincera
resolución, y yo me lo creía,
aunque, escéptico, nunca en demasía;
la edad suele enseñar a su manera.
Me acompañaba al alba, renacida,
bajo el sol vertical disminuída,
y al crepúsculo en formas alargadas.
Y una mañana, nuevamente invierno,
cesó de ser lo proclamado eterno,
y se vieron sin sombra mis pisadas.
Los Angeles, 7 de agosto de 2008