1967 - Huidizo
Todo es perecedero; la belleza,
que se va, como el humo, deshaciendo;
el silencio, las voces, el estruendo,
y cada idea que a fraguarse empieza.
Y el amor, ya energía o gentileza,
tan efímero siempre, que si extiendo
hacia su ardor las manos, me sorprendo
con la rígida escarcha, o la tibieza.
Todo lleva su curso, como el río,
que aunque fluye y se queda, nunca es mío,
me tienta, se me ofrece, y me abandona.
Castillo temporal de agua y arena
que la marea en ascensión condena,
y en tal adversidad se desmorona.
Los Angeles, 1 de octubre de 2008