1975 - Visión
Arqueaste la espalda y me ofreciste,
alto, desnudo, el vientre. Divergentes,
eran los muslos brazos impacientes
anclados a mi espalda. Me dijiste,
sin hablar, tantas cosas, y aún persiste
cada tono y gemido que entre dientes
brotabas, túnicas irreverentes
de que alegre el recuerdo se reviste.
‘No desciendas los párpados. Observen
tus ojos en los míos cómo hierven
de enjambres de susurros y de gritos’.
Y vi al fondo sensual de tus retinas
un mar en llamas, un castillo en ruinas,
una lluvia de pétalos marchitos.
Los Angeles, 23 de octubre de 2008