1988 - Camino
Me dijo muchas cosas, casi nada,
todo fundamental, todo anodino,
se proponía unirse a mi camino
sin ponderar propósito o llegada.
Tenía el alma de oro, iluminada,
y en los ojos el brillo cristalino,
oscuro y seductor, del viejo vino,
invitando a beber con la mirada.
Me acompañó en trajín, calor y frío,
cuanto era suyo propio, lo hizo mío,
se dejó poseer, me poseyó.
Pero nunca arribamos a la meta;
era cada jornada en sí completa,
ella, mi senda, su camino, yo.
Los Angeles, 14 de noviembre de 2008