2088 - A la inversa
Llegaban redoblados sus quejidos,
hijos bastardos de mi indiferencia;
los cribaba el cedazo de la ausencia,
apareciendo menos desvalidos.
Resonaba su canto en mis oídos,
mas como amordazado, sin cadencia;
pasión de un lado, de otro somnolencia,
¿cómo encuadrar fervores en descuidos?
Pero invirtió su juego la fortuna,
y yo, de ser en firmamento luna,
disco de plata fui al fondo del lago.
Del abandono me surgió el lamento,
mas no manifesté mi desaliento.
Ya lo viví al revés. Callo y me apago.
Los Angeles, 23 de abril de 2009