2134 - Una vez más
Oigo clamor de trompas y atabales
avanzando en la calle antes desierta;
el alma es polvorín que se despierta
sobre líneas de piel, horizontales,
y su explosión de instintos animales
fulmina los cerrojos de tu puerta.
En desnudez estás, ruego y oferta,
de los requiebros a las bacanales.
Me dirijo hacia el fondo del abrazo.
Ah, rigidez del sexo, qué zarpazo
sobre la húmeda vulva receptora.
Me enlazas, y me absorbes, y me estrechas,
en tales formas, y por tantas brechas,
y tu avidez “Una vez más” implora.
Los Angeles, 5 de julio de 2009