214 - Inseguridad
Tantas veces el ánfora quebrada
de nuevo fue por mí reconstruída;
tantas veces la sangre de su herida
quedó en mis propias manos coagulada.
Y tantas veces se sintió clavada
de invisibles puñales, y mordida
por el espectro cruel de mi partida,
jamás cumplida ni aún considerada.
Parece que aunque gano las batallas,
quedan inexpugnables las murallas,
sigue la guerra un curso interminable.
Cada avance es seguido de un repliegue...
pero aún así, no hay nada que le niegue;
si lo hiciera, sería imperdonable.
Los Angeles, 31 de mayo de 1999