2535 - Doctora
Como péndulo al cuello suspendido,
y entre ambos senos en vaivén ligero,
era su estetoscopio mensajero
para auscultar el corazón herido.
Cada tictac dictábale al oído
su signo telegráfico, venero
de sangre y músculos, en rutinero
trajín bajo la piel, flujo y latido.
Y era también revelación de arcanas
intimidades, largas caravanas
de dónde, cuándo y en qué acción estuve.
Escuchaba, celosa y encendida,
mas atajando el riesgo de su herida,
con un beso en los labios la contuve.
Los Angeles, 22 de diciembre de 2010