2837 - Llamo a la puerta (IV)
En cierto modo no te necesito,
bergantín de oro y seda que naufraga,
fanal que ráfaga de viento apaga,
clavel, si ayer fragante, ahora marchito.
Voy de lo temporal a lo infinito;
murió lo que tuviste; si hubo daga,
tu brazo la blandió la noche aciaga
de tu adiós con dureza de granito.
De mi herida surgiste luminosa,
pero dentro de mí, en la soledosa
ciudadela del alma, eternizada.
La sangre del deseo, y el aliento
del siempre intenso y vivo sentimiento
avivan sin cesar tu llamarada.
Los Angeles, 8 de diciembre de 2011