2867 - Café provinciano (II)
Tiempos eran de paz, cuando la vida
no disfraza su casta de aldeana,
y puede un hombre, desde su ventana,
ver el mundo cortado a su medida.
Y eran tiempos de atmósfera encendida
que al espíritu eleva y engalana,
abriendo tránsitos al alma hermana
que ve más el abrazo que la herida.
El Café era quietud, tal como ahora,
y dentro, en la penumbra acogedora,
eras sosiego, espera, ofrecimiento.
Y me senté a tu lado. Con la mía
coincidió tu sonrisa. Parecía
que se me iluminara el firmamento.
Los Angeles, 16 de enero de 2012