2868 - Café provinciano (III)
Nuestro coloquio, de aire intrascendente,
fue tornándose abierto, sugestivo,
corcel nervioso que en la piel cautivo
reventara en galope efervescente.
El rubor de tu rostro, inconsistente
con la sed de tus labios en furtivo
desliz de ligereza, fue el motivo
de mi anticipación. Besé tu frente.
Intenté decir algo, mas tu beso
me cerró las palabras, y confieso
que mi primer intento fue tu acción.
Nos miramos de pronto. Sonreíste.
Y la luz que en los ojos encendiste
tenía un no sé qué de seducción.
Los Angeles, 17 de enero de 2012