2899 - Balcones (II)
Era la tarde languidez de seda,
humo flotante sobre los tejados,
y ofrecían sus lanzas los cruzados
de la sensualidad por la alameda.
Amantes sin rubor, cuyo afán rueda
en libres movimientos desatados,
de sus varias destrezas embriagados,
y que una vez vividas, poco queda.
Ambos, desde el balcón, los contemplábamos,
y entre avidez y envidia imaginábamos
nuestra propia aventura o galanteo.
Y establecimos el primer contacto,
sólo visual, y breve, mas fue el acto
que apuntaló nuestro íntimo deseo.
Los Angeles, 14 de febrero de 2012