2901 - Balcones (IV)
Me abrió la puerta; a media luz la estancia,
impregnada en las notas de un bolero;
cómodo el mobiliario, pero austero,
y el incienso irradiando su fragancia.
Sonreía. Y en frívola elegancia,
se ajustaba con aire zalamero
la bata de satén, que con esmero
reduciré a embrollada irrelevancia.
Adiviné su desnudez radiante
bajo los pliegues, y en el mismo instante,
ella, advirtiéndolo, avanzó su beso.
Y me dejé llevar. Nunca he vivido
mejor amor que cuando me han servido
la copa del placer hasta el exceso.
Los Angeles, 14 de febrero de 2012