3046 - Al borde de la almohada
Cada noche, al rondar la somnolencia,
te dejo un beso al borde de la almohada.
Nunca advierto el rumor de tu pisada,
pero sé que has venido, por su ausencia.
Él solo no se va; ni en connivencia
con extraña mujer, ni en solapada,
noctívaga abducción. Sólo tu entrada
parece demostrar su evanescencia.
Al filtrarse la luz de la mañana
en mi alcoba, a través de la persiana,
sé que has estado aquí, y te lo llevaste.
Y la sensual, extática dulzura
que percibo en mis labios, me asegura
que, antes de tu partida, me besaste.
Los Angeles, 7 de octubre de 2012