313 - Reciprocidad
Libres tus manos a mis manos guíen,
si en tus íntimas zonas titubean;
pues quienes tus regiones merodean,
tal vez ineptamente se desvíen.
Los ojos a los ojos desafíen
y en indudable transparencia lean
cuanto ambas partes piensan y desean,
mientras los labios besan y sonríen.
Y los temblores de la piel unida
a la otra piel vibrante, estremecida,
desencadenarán tal paroxismo,
que nublando el reflejo de la mente,
parecerá flotar seminconsciente
en la marea azul del erotismo.
Los Angeles, 13 de enero de 2000