314 - El eco de su voz
Me declaró su amor, sin esculpirlo
en lápida de mármol perdurable;
y su voz, inocente y entrañable,
se evaporó al momento de decirlo.
El aire recogió el eco al oírlo,
repitiéndolo en ciclo interminable,
pero el final llegaba inevitable,
y un día terminó de repetirlo.
Quedé a la escucha, como quien espera
que la brisa de nuevo devolviera
el melódico tono de su voz.
Vino la noche, sucedió la aurora,
y la brisa llegó acariciadora…
y se alejó de mí, muda y veloz.
Los Angeles, 14 de enero de 2000