Hombre anónimo vengo, forastero
a pie por largo, insólito camino.
La noche está al caer, y a mi destino
sólo me llevará abrupto sendero.
¿Habrá posada en ti? Ya el aguacero
se anuncia en gruesas gotas, y adivino
un fuego acogedor, y un viejo vino,
y el arrullo de fondo de un bolero.
Hospedándome en fondas apagadas,
al borde de la ruta, mis jornadas
tuvieron siempre un tinte de agonía.
Tal vez si me sonríe tu hospedaje
será el fin de mi gris peregrinaje,
y el fin también de mi melancolía.
Los Angeles, 5 de octubre de 2013