347 - Despertar
Ambos hemos un sueño asesinado,
y yace entre los dos, medio podrido,
su cadáver, del tiempo consumido,
vástago de nuestro árbol desgajado.
En lozano verdor le vió el pasado,
brote en la primavera florecido,
y el otoño le vió desfallecido
e inerte, de sus hojas despoblado.
¿Cuándo se transformó su amarga suerte?
¿Quién le impulsó cruel hacia la muerte?
¿Fue un crimen, o una muerte natural?
Ah, que el soñar es aventura incierta
que un día infortunado abre la puerta
y nos vuelve a amarrar a lo real.
Los Angeles, 20 de abril de 2000