3482 - Delirio
Era la tarde oasis solitario,
hermana de la noche, tan cercana,
tibia y umbrosa, y daba la campana
de la alcaldía su quejido horario.
Calmo el Café en su ritmo rutinario.
Y al entrar ella, una canción lejana,
que nadie oyó, me descubrió la arcana
pasión hirviendo en su íntimo escenario.
Era por mí. Me había descubierto.
Yo, que siempre la amé, sin estar cierto
de su interrelación, lo vi al instante.
Su forma de moverse, sus modales,
me gritaban amor, y aun los cristales
cantaban los temblores de mi amante.
Los Angeles, 10 de octubre de 2013