3616 - Bramido
Ruge agitado el mar, y muge el toro,
revistiendo la furia de sonido;
nos invade el terror por el oído,
filtrándose también por cada poro.
Y nos estremecemos. Pero el coro
de fragor, de clamores, sólo es ruido,
amenaza, tal vez, mas nunca ha habido
golpes de voz, por tanto los ignoro.
Si el toro viene a mí, y me zarandea,
si el mar, al abrazarme, me acarrea
al clamor espumoso del rompiente,
ya no braman ni rugen, ya es la hora
del miedo y de la fuga. Quien devora,
es eficaz; quien habla, impertinente.
Los Angeles, 9 de diciembre de 2013