3619 - Bronce
El cañón, la campana, la escultura,
hijos del bronce, tienen su manera
particular de hablarnos, ya guerrera,
solemne, o desde su épica estatura.
En voz ronca, el cañón, desde su oscura
posición camuflada, vocifera
su plan de destrucción; lúgubre fiera
que asalta y mata, pero no captura.
Con solemne reclamo, la campana
convoca multitudes, a cristiana
secular, o elegíaca asamblea.
La escultura es testigo de la historia,
ya cultural o militar, memoria
y ejemplo a secundar, acción o idea.
Los Angeles, 11 de diciembre de 2013