3694 - Anónimo
Cuántos hijos sin padre, suspirando
por recobrar su prístino apellido;
de pie en el anaquel, en semiolvido,
sólo el nombre los va identificando.
El frívolo lector se va guiando
por creador, no título, movido
más que por la obra misma, por el ruido
del autor que se va promocionando.
Y los hijos de nadie permanecen
a la espera, intocables, aunque ofrecen
más riqueza, a menudo, y más decoro.
Yo os juzgaré por quienes sois, amigos,
procedáis de patricios o mendigos;
carácter vale más que cuna de oro.
Los Angeles, 12 de enero de 2014