385 - Galerna
Qué envidia tengo de tu amigo el viento,
tan acariciador, tan permitido,
rozándote los pliegues del vestido
con sensual, descarado atrevimiento.
Alza su vientre el mar, ofrecimiento
de curvas móviles, en estallido
contra el acantilado ennegrecido,
del blanco alud triturador violento.
Estréllense tus ojos de esmeralda
en los míos, derrúmbese la falda,
reciba tu ensenada mi explosión.
Sobre tus huecos lograré verterme,
y tras cada repliegue habrás de verme
reatacando con determinación.
Cantabria, 12 de octubre de 2000