389 - Voz de ayer
Cómo permaneció inmóvil y muda,
campana que una vez por mí tañera,
qué hondo silencio, insoportable espera,
y la deseada voz no se reanuda.
Colgado estoy entre la fe y la duda,
en estado que anhela y desespera,
con la ilusión de que otra vez volviera
a estremecerse junto a mí desnuda.
Quiero ser el badajo que, oscilante,
de nuevo arranque al bronce eco vibrante
y entre sus resonancias me aprisione.
Quiero de nuevo oir su voz sonora,
no mañana, ni luego, sino ahora,
y que mi vida toda condicione.
Madrid, 16 de octubre de 2000