388 - Placidez
Te vestiré de esta mirada hambrienta
que a tus senos se ciñe sin pudor,
arropándote toda en derredor
con plenitud de timidez exenta.
De tal modo te veo que se ahuyenta
de nuestro lado el tiempo, destructor
del sueño concebido en esplendor,
la medianoche de la Cenicienta.
Tal medianoche dormirá hacia afuera;
hacia dentro será una noche entera
que dormiremos, sin dormir, unidos.
Revestida de tacto y de mirada,
impediré a la luz de la alborada
interrumpir la paz de tus sentidos.
Madrid, 15 de octubre de 2000