40 - Ilusión muerta
Nació con fiero impulso una mañana,
me abrasó con su llama al mediodía,
y al declinar aquella tarde fría,
murió triste con un beso de hermana.
Tanta esperanza, ahora marchita y vana;
tanta ternura estéril y baldía,
tanto amor en el alma, ahora vacía
al sentirla tan cerca y tan lejana.
Vino hacia mí como caricia suave
cicatrizándome la herida abierta
de un imposible y malogrado amor.
Me habló de su querer, la dí la llave
del corazón, y me cerró su puerta,
dejándome anegado en el dolor.
Cantabria, 7 de octubre de 1997