417 - Brújula
Un norte tuve, y a él siempre orientada
mi aguja estuvo con fervor de amante;
un norte y una dirección constante,
una meta, un camino sin llegada.
Paso a paso contigo, la mirada
fija sólo en tu punto del cuadrante,
sin mirar carabela o navegante,
en plena libertad, aunque encerrada.
Y un día en que perdiste el magnetismo,
yo seguí siendo yo, pero tú mismo
dejaste de ser tú, y me vi perdida.
Y ahora giro alocada, sin enfoque,
desimantada, y añorando el toque
de tu fuerza vital sobre mi vida.
Los Angeles, 30 de enero de 2001