500 - Sin hablar
No te puedo escuchar mientras te miro,
abstraídos sentido y pensamiento;
a tu imagen despierto, y soñoliento
a lo demás en cuyo entorno giro.
Al mirarte, te absorbo, te respiro,
sordo el oído, sólo el ojo atento;
mi suficiencia de discernimiento
más se extenúa cuanto más te admiro.
Sólo el silencio me habla, y le comprendo;
¿cómo añadir a lo que ya estoy viendo?
¿qué aclaración puede llevar la escena?
La vista escucha y el oído es ciego,
y el hablar es inútil, como el juego
de escribir las palabras en la arena.
Los Angeles, 29 de julio de 2001