51 - Debo partir
Mudo en la encrucijada del sendero,
sin valor y sin fuerzas para hablarte,
no sé cómo podría hoy explicarte
que, al morirse mi amor, ya no te quiero.
Fui a tu lado ferviente compañero
que su copa colmó para embriagarte;
y un peregrino soy ahora, que parte
por no permanecer tu prisionero.
Quiero marchar sin recriminaciones,
quizá tristeza, pero no amargura,
y habrás de comprender mi decisión:
Se han marchitado nuestras ilusiones,
y entre los dos hay una sepultura
con el cadáver de nuestra pasión.
Los Angeles, 13 de noviembre de 1997