512 - Inmovilizado
En ti empezó mi sueño, una quimera
sólo accesible en sombra y lejanía;
te hice nacer en mí, y aún sin ser mía,
supe forjarte en suavidad de cera.
A lomos del deseo, qué ligera
te llegabas, qué enérgica osadía,
superfluas estrategias y porfía,
de blanco tu bandera y mi bandera.
Y ayer te vi, verídica y tangible,
como te soñé siempre, irresistible,
frente a mí, y al alcance de mi boca.
Quiso la voluntad, pero el reparo
temió ser entendido por descaro,
y estático quedé como una roca.
Los Angeles, 12 de agosto de 2001